Hoy quisiera encontrar esas palabras
que expresen el sentir del alma mía,
hacer vibrar con la razón policromada
y escribir con la tinta de la vida.
Grabar con los cinceles del recuerdo
y pintar en su vida transparente,
como rayos del sol resplandeciente
con paleta de arco iris de los sueños.
Ser maestro en realidad, es ser martir;
porque lucha, se entrega y se abandona
por cumplir sus más altos ideales
y todas las afrentas las perdona.
El no espera los lauros ni las glorias
y su vida es sencilla y pasajera,
su nombre no trasciende hacia la historia
y da rumbo a la humanidad entera.
Ser maestro del más rico y del más pobre
del adulto, del joven y del niño,
su labor es más justa y más noble;
ya que enseña con ejemplo y con cariño.
Y en el ocaso de su existencia férrea,
cuando piensa que lo han abandonado,
la bandera que plantase aún ondea
en legiones de humanos educados.
Josefina Velarde Trujillo