Tuve una visión... !Era mi madre!
una niña huerfana, desvalida e implorante,
a la virgen como madre ella aclamaba,
fuese su guía en este mundo delirante.
Sus recuerdos son trabajo rudo,
la imagen de su madre a cada instante,
abrazos y besos ¡cariño tan ansiado!
por la muerte vilmente arrebatado.
Tuve una visión... ¡Era mi madre!
Una joven valiente y soñadora,
religiosa, prudente, sutil, trabajadora,
tan fuerte, tan capaz como es ahora.
Mi padre descubrió en sus ojos claros
su alma limpia y corazón sincero,
al momento sus destinos se cruzaron
y ella una oración elevó al cielo.
Tuve una visión... ¡Era mi madre!
De nuevo doliente e inquebrantable,
su esposo e hijo ya no estaban,
resignado está su corazón sangrante.
Y después de recorrer largo camino,
¡Cuántas luchas y afanes ha vivido!
Por los hijos y nietos que le ha dado,
¡Bendice y agracece al Ser Divino!