El velador de la escuela
muy contento se encontraba,
durante la noche en vela
ya la muerte lo asechaba.


No quiso llevar solo uno
y se esperó para dos,
llegó el guardia de la entrada,
que murió por fuerte tos.

Volaba una negra sombra
en el colegio de bachilleres,
y lo que a todos asombra,
por no descuidar deberes.

medio muerta de la risa,
miraba a su alrededor,
paso a paso a toda prisa,
visitó salón por salón.

Dos o tres se resistían,
la guadaña la sacó
el puente que ellos querían,
la muerte lo impidió.

Entre gritos y lamentos
la flaca los liberó,
en víspera de día de muertos,
visitarán el panteón.

Temerosos y asorados,
estudian en un rincón,
para ser examinados
esperan al profesor.


Josefina Velarde Trujillo






A lo largo de la historia han existido
muchos hombres ilustres y buenos,¨
cuyo único propósito ha sido
liberar a la patria de yugos ajenos.

¡Cuántos niños los hay de ojos tristes
débiles piden día a día su comida,
¡se acercan los mendigos! ¡son despojos!
se escucha parlotear a los de arriba.

Es el caso del mísero indito,
que abandona su pueblo natal,
se convierte ahora en un mito
cuyas leyes nos dan libertad.

Es curiosa y cruel la fatal antagonía
de un pueblo zapoteca que aún existe,
debatiendose en Oaxaca en la agonía,
de ignorancia,miseria y de muerte.

Mientras otros grupos de opulencia
a su suerte abandonan al más pobre.
¿No es acaso motivo de conciencia
rescatar y educar como a aquél hombre?

Cada ser de la patria es valioso,
marca el destino final de este pueblo,
la constancia del indio valeroso,
es motivo de orgullo y claro ejemplo.


Josefina Velarde Trujillo









Mil mujeres te rodean,
por la vida van así,
sin embargo una de ellas
está muy dentro de tí.

Cuando niño te acaricia
te consuela y hace reír,
y su vida toda diera;
porque tu fueras feliz.

Ya pasados muchos años,
tantas noches de desvelos,
con amor teje tus sueños,
para que tu emprendas vuelo.

Un caminar más despacio,
un respirar más profundo,
nos indica madre mía
tu gran misión en el mundo.

la mujer fuerte y valiente,
su sien de plata llenó,
su cuerpo yace en la cama´
su fuerza de voluntad no.

Tu no pudes detenerla
aunque quieras es así,
para ella eres un niño,
y siempre velará por tí.

Dime madre en que lucero
en el cielo brillará,
nuestras almas ya distantes
esa luz las unirá.






Josefina Velarde Trujillo





Hoy quisiera encontrar esas palabras
que expresen el sentir del alma mía,
hacer vibrar con la razón policromada
y escribir con la tinta de la vida.




Grabar con los cinceles del recuerdo
y pintar en su vida transparente,
como rayos del sol resplandeciente
con paleta de arco iris de los sueños.




Ser maestro en realidad, es ser martir;
porque lucha, se entrega y se abandona
por cumplir sus más altos ideales
y todas las afrentas las perdona.




El no espera los lauros ni las glorias
y su vida es sencilla y pasajera,
su nombre no trasciende hacia la historia
y da rumbo a la humanidad entera.


Ser maestro del más rico y del más pobre
del adulto, del joven y del niño,
su labor es más justa y más noble;
ya que enseña con ejemplo y con cariño.


Y en el ocaso de su existencia férrea,
cuando piensa que lo han abandonado,
la bandera que plantase aún ondea
en legiones de humanos educados.





                                                    Josefina Velarde Trujillo


¡Salve! ¡oh! Juarez tu nombre inmortal,
coloso insigne de la patria mía,
jamás has visto mayor algarabía
que recuerde la fecha de tu gloria natal.


Primavera fue entonces con tus luchas y voces,
primavera en el alma de un pueblo...el cantar,
despertar de la aurora y encontrar a todo un hombre,
dispuesto por su patria la luz alcanzar.


¡Fue tan arduo!, ¡dificil! recorrer el camino
¡que hostil era el blanco!¡y con su pueblo aún más!,
¡indio humilde de raza!,¡zapoteca genuino!,
¡es de bronce tu estirpe!,¡hombre intrépido!...¡audaz!


A pesar de los tiempos, de la gente y sueños,
tu silueta perfila la grandeza sin par
son tus obras que surgen del antaño risueño,
que desean el eco en tu pueblo encontrar.


Desde aquí te saludo ¡paladín del estudio!,
¡del esfuerzo sin tregua!¡del constante pensar!,
es tu vida un ejemplo, para el paria el repudio
¡es tu muerte el inicio de una vida inmortal!.


                                                                       Josefina Velarde Trujillo


EL TRIUNFO DE MI DESTINO

Hoy un día tan especial,
esperado por tantos años,
tanto hay que recordar,
que mi garganta enmudece,
por los días que se han ido,
y todo mi ser se estremece
cual golondrina viajera
que deja su tibio nido,
Así lejos me voy, ya me esperan
otras aves y otros nidos,
otra escuela abre sus puertas,
caminaré otros caminos.
Buscaré dentro de mis sueños
¡el triunfo de mi destino!
Como diamante, esmeralda y oro,
todo lo vivido atesoro,
y no niego que hoy lloro
por mi infancia tan querida,
a veces incomprendida
porque mi alma de niño
que recibió gran cariño,
de este lugar hoy se aleja.
Suspiros, risas y quejas,
en forma de ecos ruidosos
quedan en todos los rincones
de canchas, patios y salones;
Y todo lo que he aprendido
y el sentimiento fraterno
por mis maestros y amigos,
esos se quedan conmigo,
 tatuado en lo más profundo,
no habrá poder en el mundo
que me lo pueda arrancar.
A mis padres agradezco
cada día por su esfuerzo,
se que me esperan mil luchas
y en ellos me he de apoyar.
Porque darían su vida
¡por ver a sus hijos trunfar!



                                                           Josefina velarde Trujillo


Una palabra se pronuncia en todos lados
toda criatura en la tierra la ha llamado,
es el ángel guardián del ser viviente,
que con mágico esplendor se ha transformado.

Ese ser tan sublime que es la madre
por los seres sin razón es aclamado,
y ella los defiende hasta la muerte,
dando ejemplo de valor inusitado.
¡Si tanta fortaleza y virtud está probada!
qué podemos decir de nuestras madres
con grandes proezas realizadas
han dejado en la historia glorias grandes.

Una sueña inclinada sobre la cuna
mirando el rostro angelical, embelesada,
pensando en el triunfo que le espera
a ese pedazo de su ser idolatrado.

La alegría de sus hijos las alegra,
y sus llantos las quebranta y entristece,
sus sentidos el dolor los entorpece,
y como daga brutal las enmudece.

Quién capaz de describir el sentimiento
se atreve a expresar esas palabras,
¡madre! encierra lo glorioso y gran portento,
para que un corazón de roca se abra.

Comparadas con el sol y las estrellas,
la luna, los diamantes y las rosas,
ninguna contiene de estas cosas
la bendición y el amor ¡tan solo ellas!


Ma. Josefina Velarde Trujillo



Tu que tienes niñez en la manos,
esas almas que a ti se confían,
haz de ellos amantes humanos,
da la luz al sendero que guías.


Tu vida en este mundo es pasajera,
apróvechala impartiendo la verdad,
lucha hasta el final contra la hoguera
de injusticia que destruye sin piedad.


Sé como oasis dentro del desierto,
paz y remanso donde llegan a beber
seres que de lejos vienen buscando
presurosos y sedientos el saber.


Escribe cada día en la historia,
un renglón con esfuerzo y con valor
y verás que al final está la gloria
¡de sentirte un maestro triunfador!


Ma. Josefina Velarde Trujillo


Vi a una madre llorar,

sus hijos son la razón,
 a ellos los ha de amar
 aún roto el corazón.

Para ella no hay distición,
los quiere tal como son,
es su amor sin condición,
cada uno una bendición.
Herida su alma va,
trastornada su ilusión,
como ausente vagará,
ha perdido la razón.
Sueña que despertará,
de esa pesadilla infernal,
y para todos brillará,
un nuevo sol al final.
Y esta madre abnegada,
de tristes ojos en duelo,
me da la fuerza y el coraje,
para emprender nuevo vuelo.
el poeta pronto calló,
su lápiz se estremeció,
ni una emoción presentó,
ni una lágrima derramó.
y el lápiz que antes fluyera,
como arroyo cantarino,
hoy se traba y se niega,
a recorrer su destino.



Josefina Velarde Trujillo


Tuve una visión... !Era mi madre!
una niña huerfana, desvalida e implorante,
a la virgen como madre ella aclamaba,
fuese su guía en este mundo delirante.

Sus recuerdos son trabajo rudo,
la imagen de su madre a cada instante,
abrazos y besos ¡cariño tan ansiado!
por la muerte vilmente arrebatado.


Tuve una visión... ¡Era mi madre!
Una joven valiente y soñadora,
religiosa, prudente, sutil, trabajadora,
tan fuerte, tan capaz como es ahora.

Mi padre descubrió en sus ojos claros
su alma limpia y corazón sincero,
al momento sus destinos se cruzaron
y ella una oración elevó al cielo.

Tuve una visión... ¡Era mi madre!
De nuevo doliente e inquebrantable,
su esposo e hijo ya no estaban,
resignado está su corazón sangrante.

Y después de recorrer largo camino,
¡Cuántas luchas y afanes ha vivido!
Por los hijos y nietos que le ha dado,
¡Bendice y agracece al Ser Divino!



Callo y escucho la caída de las hojas
en el torrente tempestuoso de los sueños,
el temblor que sacude mis congojas
la extraña sensación de mis empeños.


Siento morir y deseo estar viva;
creo vivir y  se que ya estoy muerta,
busco la verdad en la quimera,
que se esconde y anida casi yerta.


A ti mi Dios no puedo cuestionarte,
estoy aquí, dispuesta para amarte,
no me abandones oh! Dios, solo te pido
me perdones por mi injuria delirante.


Lucho cada día y es mi vida,
luchar y vencer a cada instante,
caer y levantarme en la caída:
mas fuerte, más capáz, menos cobarde.

Josefina Velarde Trujillo

Acerca del autor.

Josefina Velarde es licenciada en Educación por la UPN, egresada de la escuela Normal del Estado de Sonora, ex-Alumna de la escuela de Bellas Artes de la Universidad de Sonora en el área de Artes Plástica (Dibujo y Pintura). Integrante del grupo de Danza Mazochoquim (1980-81) con estudios en CIVEA (Curso Intensivo de Veranos de Educación Artística) (1981-82), ha realizado trabajos de Literatura con niños y Jóvenes a su vez se desempeañado como maestra de Danza en grupos especiales. Apasionada de la poesía, maestra de vocación, artísta por amor.



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